El motor de la voluntad

Coloquialmente hablamos de tener o no fuerza de voluntad. Pero ¿sabemos realmente a que nos referimos? La fuerza de voluntad se define como la capacidad de dirigir, controlar y mantener nuestras propias acciones.

En ocasiones, nos proponemos objetivos que finalmente no llevamos a cabo por falta de voluntad. Nos ponemos excusas, justificaciones y distintos impedimentos para no hacer lo que pretendíamos o lo que nos gustaría.

Para lograr lo que nos proponemos, debemos cambiar nuestra rutina que tanto frena y consume nuestra creatividad y voluntad. Debemos marcarnos objetivos y conseguir pensar que un futuro mejor es posible, pues sólo nos activaremos si creemos que podemos llegar a buen puerto.

Nuestra voluntad se puede trabajar, se puede educar y fortalecer, trabajando la conciencia plena y nuestra capacidad de esfuerzo.

¿Cómo consigo mantener la fuerza de voluntad?

Para evitar que se frene o apague el motor de nuestra voluntad es importante tener claras las siguientes ideas:

Prioriza tus objetivos. Es importante poner orden a nuestras necesidades y dar la importancia que merece a aquello que consideramos que puede sernos enriquecedor.

Define bien tu meta. No hay que pecar de ambición al inicio. Comenzar poco a poco, nivelando los niveles de esfuerzos no ayudará a no consumir nuestra energía y «morir» en el intento.

Vive con entusiasmo. Si vivimos con emoción, ésta nos proporcionará el empuje y la energía que necesitamos para lograr lo que nos proponemos. Y si en el camino surge alguna decepción, algún impedimento, es con voluntad y disciplina como lograremos avanzar.

Esfuérzate y automotívate. Puede serte de gran ayuda formular pensamientos positivos y usarlos como afirmaciones que puedan fortalecer tu concentración. Elabora una lista de frases que te ayuden a motivarte y a seguir adelante como “yo puedo”, “no me vencerán”, “todo fue como tuvo que ser”, etc.

Diferencia lo pequeño de lo grande, lo necesario de lo superfluo. Nuestra voluntad nos ayudará a separar los pensamientos inútiles y reducirá nuestra tendencia a distraernos. Allí donde se enfoca nuestra atención se dirigen nuestros pensamientos con más frecuencia e interés. Con ello generaremos una energía en esa dirección a la que nos dirigimos

Comprométete con tus decisiones. Ejercitar nuestra voluntad tiene que ver también con el compromiso. Si no estamos comprometidos con el cambio, ni sentimos la necesidad de mejorar, es probable que nos venza la desmotivación y la pereza.

Protégete frente a las derrotas. Una voluntad activa se complementa con una actitud constructiva ante el fracaso, los obstáculos y los imprevistos que van surgiendo en el camino. Esto nos ayudará a evitar la frustración y el sentimiento de fracaso.

Evita el perfeccionismo. Ser demasiado exigentes y autocríticos pueden ir minando nuestras fuerzas y desperdiciando nuestra energía.

Se perseverante en tu objetivo. En ocasiones puede que no veamos los resultados de nuestros esfuerzos. En estos casos, perseverar nos mantiene alejados de la desesperación. Pues hemos de tener en cuenta que la realidad no es fija y en cualquier momento, puede abrirse una rendija por donde entre la luz e ilumine un nuevo camino hacia nuestro objetivo.

Evita las excusas. Sólo sirven para boicotear nuestros proyectos. Ponte a ello, sin pensarlo. Recuerda que la acción llama a la acción.

Rodéate de gente que sume. Es importante huir de personas que nos frenen y obstaculicen. Para negativos, ante un comienzo de proyecto, ya estamos nosotros mismos. Que nunca nadie te diga que no puedes.

Ya lo decía Albert Einstein: «hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor y la electricidad, la voluntad». 

Fuente de la imagen: staticflickr, madresdedesamparados, naturaldharma y

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