Un pensamiento negativo básicamente es un pensamiento que te hace sentir mal y que te limita, pudiendo ser autodestructivos, limitantes o catastróficos.
En ocasiones, estamos tan acostumbrados a pensar de forma negativa, que podemos convertirlo en un hábito de nuestra vida, ignorando que en nuestra mano está cuanto tiempo permanezcan con nosotros, y por lo tanto, cuanto tiempo dejaremos que nos generen emociones negativas.
Probablemente todos habréis comprobado alguna vez, que cuando tratamos de no pensar sobre algo, más difícil nos resulta dejar de pensarlo. Obligarnos a no pensar o forzarnos a sacar esos pensamientos de la cabeza, puede llegar a ser contraproducente, pues al resistirnos a ellos por la fuerza le otorgamos más poder, y no sólo eso, sino que podemos crear patrones de pensamiento negativos más intensos aún.
Para tratar de eliminar o reducir la frecuencia e intensidad de estos pensamientos, puede sernos de utilidad poner en práctica alguna de las siguientes estrategias:
Pon una sonrisa en tu cara. Modifica tu lenguaje corporal
Las emociones interfieren en nuestro lenguaje corporal. Por ejemplo, cuando nos enfadamos fruncimos el ceño, tensamos nuestro cuerpo, hacemos movimientos más rápidos y bruscos, en cambio cuando estamos tristes tendemos a encorvarnos, a modificar la forma y postura de nuestros labios y nuestra frente, etc.
Es por ello que es tan importante analizar, aunque sólo sea por un instante nuestro lenguaje corporal y adaptarlo al modo en que queremos sentirnos, pues un lenguaje corporal negativo de paso a una baja autoestima y a la falta de autoconfianza.
Este estado emocional, propicia los pensamientos y las actitudes negativas. Por ello, pon una sonrisa en tu cara.
Habla sobre tus pensamientos
Frecuentemente nuestros pensamientos negativos son producto de problemas o preocupaciones que no hemos dejado que salgan adecuadamente de nosotros.
Si necesitas ayuda, orientación o simplemente desahogo, puede ser de gran utilidad hablarlo, contárselo a una persona adecuada, que pueda aconsejarte o simplemente escucharte.
Poner palabras a nuestros pensamientos, puede ayudarnos a resolver la situación preocupante, ver el problema con perspectiva o simplemente a darle la importancia justa al problema.
Dedica al menos un minuto a calmar tu mente
Para un segundo y deja de luchar contra esos pensamientos, cierra los ojos y centra tu atención en tu respiración. Coloca una mano en tu pecho y otra sobre el estómago mientras realizas respiraciones largas y profundas, tratando de dirigir tu respiración hacia el fondo de tus pulmones, haciendo que únicamente se eleve la barriga al respirar.
Realiza este ejercicio durante un mínimo de dos minutos.
Al finalizar este pequeño momento que te has dedicado a ti y a tu relajación, dirige tu atención a tu cuerpo, localizando las zonas que observes más cargadas de tensión y ve moviéndote lentamente mientras abres los ojos.
Cambia tu forma de pensar
No es importante sólo lo que nos decimos, sino también y quizás en mayor medida, como nos lo decimos, que palabras utilizamos, que tonos empleamos, etc.
Si en lugar de decirnos “que cantidad de problemas tengo, todo me sale mal”, pensamos “no me ha salido bien esto y puede haberme provocado un problema”. Básicamente estamos diciendo lo mismo, pero de la segunda forma estamos utilizando unas palabras menos catastróficas y dando un pequeño giro positivo al pensamiento que le resta intensidad.
Fomenta la creatividad
Si no te sientes cómo hablando sobre tus preocupaciones con alguien, prueba a fomentar tu creatividad a la hora de liberar tus emociones y sentimientos para vaciar de negatividad tu mente.
Dibuja, escribe, desahógate plasmando tus emociones y pensamientos en un papel. Pon en práctica la creatividad como forma de auto-ayudarte.
Da un Paseo
En ocasiones nuestros pensamientos negativos tienen su origen en el entorno en que nos hayamos inmersos.
De ser así, sal del lugar, aléjate de los estímulos negativos y estresores.
Haz esto aunque estés trabajando, aunque estés a solas, aunque estés con amigos, únicamente tendrás que adaptar el paseo al tiempo del que dispongas.
Escribe cada día qué hay en tu vida de lo que estás agradecido
Es probable que en nuestra intensa rutina, centremos nuestra atención únicamente en los problemas y en lo negativo, ignorando todo lo positivo que nos rodea
Dedica todos los días sólo 5 minutos a pensar en que has hecho de lo que estas satisfecho y qué ha hecho alguien por ti de lo que estás satisfecho o agradecido.
Por último piensa en el modo en que puedes conseguir que se repita la conducta que han tenido los demás para contigo, qué puedes hacer tu.
“Protege tu vida, rodeándote de factores de protección”
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