A veces nos sentimos frustrados. Experimentamos sentimientos de insatisfacción e impotencia por no haber obtenido los resultados esperados. Se trata de un sentimiento natural, que todo experimentamos.
Pero el hecho de que sea natural, no hace que, al mismo tiempo, sea una emoción desagradable. Por tanto, a continuación os dejamos unas claves para afrontar este sentimiento de forma más adaptativa.
Reduce tus expectativas. Lo sé. Las expectativas son casi inevitables. Pero una manera de equilibrarlas es marcarnos objetivos a corto plazo e ir reajustándolos a medida que vamos avanzando.
Busca un plan B. Ser flexibles y tener ases debajo de la manga, nos puede ayudar a minimizar la frustración.
Acepta la situación. Las cosas son como son, no como deberían ser. Analiza los resultados, qué factores influyeron, cuáles están en tus manos cambiar y los que no, déjalos volar.
Aprende de los errores. No hay nada más bonito que aprender de nuestros errores. Saca el máximo provecho posible, analízalos, desgránalos, toma nota y tenlos en cuenta.
Ten claros tus límites. Todos tenemos unos y dependiendo del contexto serán mayores o menores. Es básico saber hasta dónde puedo llegar, para no esperar más y si me encuentro con algo que no esperaba, eso que tengo.
No busques la perfección. Por último, aunque no menos importante, cuanto más nos alejemos del perfeccionismo, la rigidez y la necesidad de tenerlo todo controlado, menos estaremos potenciando una mala gestión de la incertidumbre.
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