A veces reímos, otras lloramos. Todos nos enfadamos. Puede haber algo que nos haga estar alegres, e igual en el mismo día, ocurre algo que nos pone un pelín nostálgicos. Es normal. Las emociones existen y son útiles para recordarnos que por eso estamos aquí, ya que es sinónimo de sentirnos vivos. Nos ayudan a sobrevivir, a conseguir nuestros logros, a relacionarnos con los demás. Sí, nos gustan las emociones y no tiene por qué tratarse de inestabilidad emocional.
Pero en ocasiones, esa manera bonita y adaptativa de disfrutar de nuestras emociones, se puede tornar en problema. Cuando estas emociones son demasiado intensas, nos definimos por vivir en una montaña rusa con bastante pendiente, se producen con frecuencia picos extremos, nos dejamos llevar por ellas por encima de lo razonable, con cierta frecuencia nos vemos envueltos en problemas a causa de esas emociones, entonces, en vez de ayudar a la vida, nos están perjudicando. Esto es lo que en psicología llamamos inestabilidad emocional.
La inestabilidad emocional, popularmente llamada desequilibrio emocional, es considerada como un rasgo de personalidad, el cual, puede conllevar ciertos problemas. Se caracteriza por aportar mucha facilidad para cambiar el estado de ánimo, pasar de la alegría al desánimo fácilmente. Este cambio puede suceder de forma rápida, a veces incluso en el mismo día, y sin un motivo aparente.
También es muy frecuente sentir labilidad emocional, una expresión de nuestra afectividad con ciertas conductas desproporcionadas, como risas exageradas o llantos descontrolados.
En ocasiones, puede resultar difícil separar los problemas. Es decir, si se tiene un problema en el trabajo, trasladarlo a la pareja, o a la familia, por ejemplo.
Además, se suele asociar con una baja tolerancia hacia la frustración. Es decir, si algo no va como gustaría o no sale de la forma que se espera, aparecen respuestas muy intensas de ira, agresividad, ya sea hacia uno mismo o hacia los demás. Esto a su vez, puede conllevar muchos problemas con las personas del entorno.
La impulsividad y visceralidad, son rasgos que también van unidos a la inestabilidad emocional. Así como tener una baja autoestima, una tendencia a ser enamoradizos o, mostrar mucho entusiasmo al iniciar una actividad pero no lograr terminarla.
La inestabilidad emocional es algo que se puede tratar. Aunque es muy importante que la persona quiera y esté motivada, ya que al tratarse de un rasgo de personalidad, es algo que está muy arraigado a su forma de pensar, de relacionarse, de comportarse y por supuesto, de sentir.
Controlar las explosiones de ira, pensar antes de hablar, aprender otras formas de solucionar los conflictos, mantener un diálogo más adaptativo con nosotros mismos, entrenar la asertividad y aumentar la autoestima, son algunos de los objetivos que se persiguen, para conseguir alcanzar una mayor estabilidad emocional, y por qué no, el equilibrio emocional.
Fuente de la imagen: paperblog
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