Cuidando al cuidador
Cuidando al cuidador
El hecho de cuidar a un familiar, más o menos continuado en el tiempo, puede ocasionar una gran carga física, mental y emocional. Debemos ser conscientes de conocer cómo nos está afectando esta tarea, ya que a veces, sólo nos percatamos de ello cuando las consecuencias son alarmantes.
Los posibles síntomas de alerta son:
– Problemas físicos como palpitaciones, temblores, taquicardias, molestias digestivas, dolores de cabeza, dolores de huesos y articulaciones, etc.
– Problemas de sueño
– Pérdida de energía
– Aumento o disminución del apetito
– Problemas de memoria y dificultad para concentrarse
– Pérdida de interés y ganas por realizar actividades
– Enfados con facilidad y frecuencia
– Estado de ánimo triste
– Pensamientos negativos
– Pérdida del deseo sexual
– Despreocupación por su imagen física
Ante esta situación, ¿qué podemos hacer?
– No te quedes con dudas. Aprovecha cada visita con el especialista para resolver todas las cuestiones que surgen en el día a día. Para ello, es recomendable tenerlas anotadas en una libreta conforme van surgiendo.
– Poner límites a la labor. Hay que conocer hasta dónde se puede llegar y cuando es necesario solicitar ayuda especializada.
– Recurrir a servicios, instituciones y asociaciones de ayuda.
– Pedir ayuda a otros miembros de la familia. El hecho de ser el cuidador principal, no quiere decir que no puedas delegar ciertos cuidados en un tercer familiar. Esto te posibilitará tener tiempo para dedicarte a otras actividades.
– Controlar el tiempo. Hay que reponerse cuando se está cansado y relajarse cuando se necesite. Tomarse tiempo para un@ mism@ y dedicarse a tareas ociosas, es necesario para recargar pilas y volver a estar al 100% para dedicarse de nuevo a cuidar.
Para poder cuidar, es necesario cuidarse a un@ mism@.